viernes, 21 de enero de 2011

Una tarde en la ópera

¿Qué se puede hacer una tarde de un jueves de invierno que no sea estudiar? ¿Ir a la playa? ¿Jugar al parchís? ¿Hacer un exterminio de hormigas? Casi, pero no. No hay nada como vivir una experiencia nueva, como por ejemplo, ir a la ópera, y además, entrar como un VIP. En cuanto Tamara y yo hemos llegado, nos ha recogido Juan, nos ha ido pasando entre la gente, nos ha dicho que nos esperáramos, y al rato vuelve, y le dice a los de la entrada que íbamos con él, así que, para adentro. Caminamos, y nos lleva a nuestra sala, y como quedaba un rato largo, empieza con el tour. Que si una sala de conciertos, que si el escenario visto desde arriba con todos los cables y aparatos, que si la sala de ensayo, que si el terrario, la sala que no se usa, muchos pasillos, muchos ascensores, muchas puertas... en fin, una maravilla. Empieza la obra, y sinceramente, admito que al principio me he dormido un poco, pero luego me he ido animando. Y aunque estuviera en Ruso, ahí estábamos los dos, leyendo los subtítulos y atentos a la escenografía. Al final, no resulto tan disparatada la tarde como la noche de los Marx, pero resulto bastante placentera.

.Side

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