martes, 30 de agosto de 2011

Sueño premonitorio (Relato corto. 3)



Hubo un destello y un sonido atronador. El muchacho despertó, sobresaltado. Se frotó los ojos y se puso las gafas. Al instante, cogió el cinturón y se lo abrochó, debido a que no le gustaba dormir en el coche con él. Cuando ya lo tuvo puesto, giró la cabeza, pasó la mano sobre el cristal de la ventanilla para quitar el vaho que había causado el cambio del frío helado de fuera al calor que había dentro del coche, para así, poder contemplar el paisaje.

Lo que pudo ver, no era lo típico que se podía esperar de una noche de Agosto. Una tormenta. Las gotas de agua golpeaban ferozmente el coche, como si quisieran destruirlo para herir a sus ocupantes. El chico volvió a girar la cabeza, esta vez para ver al frente. Aparte de a sus padres, solo podía ver aquello que las luces del coche llegaban a alumbrar. A ambos lados de la carretera, solo los árboles se dejaban ver, y allá, un poco más adelante, dos luces rojas, moviéndose. Por la mente del chaval pasaron muchas deducciones de lo que podían ser, pero la luz de un relámpago desveló lo que era. Eran las luces de la parte de atrás de un automóvil.

La marcha del coche seguía por la sinuosa carretera, y siempre, por delante de ellos, esas dos luces rojas, como si se tratasen de dos ojos rojos furiosos que vigilaban constantemente al muchacho. El chico se preguntaba que clase de demonios ocupaban aquel vehículo, que atrocidades les habían llevado a estar conduciendo en una noche así. De pronto, una sombra apareció, cruzando por delante de las luces, y después de que el coche diese un pequeño bote, el padre frenó. Preguntó si todos estaban bien, pero el niño tardó en contestar, ya que estaba ocupado viendo como los dos ojos se iban perdiendo en la oscuridad. Los padres se pusieron los chalecos reflectantes y salieron del coche. Los intestinos y algunos órganos estaban desparramados por el asfalto, rodeados de sangre. Las ruedas habían pasado por encima del pobre animal, arrebatándole la vida. Cuando el padre fue a abrir el maletero, se dio cuenta de que su hijo estaba asomado al cristal trasero, contemplando la escena con cara de terror. Al verle, se dirigió a su esposa, y le pidió que entrara al coche a tranquilizarlo, que ya se ocupaba él de todo. Cuando la mujer se fue, el hombre abrió el maletero, sacó una pala, y arrastró lo que quedaba del zorro a un costado de la carretera, para que nadie más pudiera pisarlo. Ahora, sería alimento para otras criaturas de la noche. El padre volvió, y dejó la pala cuidadosamente en el maletero, lo cerró, y volvió a su asiento. Preguntó a la mujer e hijo como se encontraban. Al saber que estaban bien, metió la llave en el contacto, la giró, y el sonido del motor se escuchó de nuevo. Reemprendieron la marcha. Tras unas cuantas curvas, el niño se dio cuenta de que, probablemente, aquellos ojos endemoniados ya estarían lo suficientemente lejos como para no volver a encontrárselos. Más relajado, apoyo la cabeza en el respaldo, y dejó la mirada perdida en la inmensidad del bosque. Pero no tenía ni idea de lo que le esperaba.

Se escuchó un grito dentro del coche. El padre frenó de golpe, y se giró junto a su esposa, alarmados, para ver que le ocurría al pequeño. Le preguntó que le pasaba, pero el niño solo balbuceaba cosas, no salía de su boca nada entendible. Cuando se consiguió calmar, pudo decir, aunque todavía asustado, que había visto entre los árboles, más allá fuera de la carretera, dos luces rojas que pertenecían a los faros traseros de un coche, el que iba delante de ellos. Había tenido un accidente. Aquellos ojos volvían a encontrarle.

Al principio, los padres no sabían que decir ni cómo interpretar la situación. Que ellos supiesen, no habían visto ningún otro vehículo delante suyo a lo largo de la noche. Su hijo tenía que haber tenido una alucinación. Solo cuando insistió en que deberían ayudarles, vieron algo en sus ojos. No eran los ojos de una persona que mentía. Decidieron ir, aunque solo fuera para echar un vistazo, y así dar a entender a su hijo que no había pasado nada. Se colocaron el chaleco y un chubasquero; cogieron una linterna y salieron del coche.

Fueron hasta el extremo de la carretera, y caminaron siguiendo el camino por dónde habían circulado. La lluvia chocaba cruelmente contra ellos, pero no llegaba a traspasar el impermeable; de eso se encargaba el frío, que penetraba por sus ropas hasta llegar a la piel. El niño, delante de los padres, iba mirando con inquietud entre los árboles, esperando encontrárselos una vez más. Pero no los veía por ninguna parte. Ahora se lo preguntaba. ¿Se estaría volviendo loco? ¿De verdad había un coche delante de ellos? Miró a los padres con cara de decepción, y estos desplegaron una sonrisa, y le cogieron de las manos. Estaban volviendo al coche, cuando de pronto los vio. - ¡Mirad! ¡Allí!- Exclamó el muchacho, con una alegría que no cabía en si. No debería de estarlo, ya que se trataba de un accidente, pero el comprobar que no estaba loco, le alegro bastante. Ahora ni la lluvia ni el frío importaban, tenían que ayudar como fuera.

El terreno por dónde se había salido el coche era bastante peligroso en una noche así. Era como un pequeño barranco, lleno de árboles y maleza. Los padres ya estaban bajando, y al ver que su hijo también lo estaba haciendo, le dijeron inmediatamente que no se moviera más, que les esperara ahí. Le dieron un móvil, y le dijeron que se encargará de avisar a una ambulancia, que ahí abajo no podía ayudar, y que era peligroso. Le dieron un fuerte abrazo, y le dijeron que le querían. Y acto seguido, vio como sus padres se perdían en la oscuridad.

Pasó media hora sin saber nada de ellos, aunque al muchacho le pareció que habían pasado tres horas. De pronto escuchó unos pasos a su alrededor que hizo que se levantará inmediatamente. Caminó un poco en dirección a la oscuridad, gritando el nombre de sus padres, para ver si eran ellos. Pero todo era silencio. Miró a su alrededor, pero no divisaba nada raro. El miedo recorría cada parte de su cuerpo. Consiguió girarse, aunque muy lentamente. Cuando ya lo estuvo por completo, salió volando algo de la oscuridad, que hizo que se cayera de espaldas, rodando por el barranco. Era un cuervo. El muchacho fue incapaz de abrir los ojos durante la caída. Cuando al final, paró, chocando contra un árbol. Y perdió el conocimiento.

El muchacho despertó, empapado. El agua se había filtrado por el chubasquero, y el frío había inmovilizado casi todo su cuerpo. Le costó un buen rato conseguir levantarse. Cuando al fin lo consiguió, distinguió donde estaba. Había ido a parar a pocos metros del coche. Mientras se acercaba, se preguntaba por qué sus padres no habían acudido a su ayuda, cuando de pronto los vio. El cristal delantero tenía un agujero. Suponía que había sido por ahí por donde había salido volando. Sus padres, dentro del coche, yacían muertos. El chico se acercó, llorando. No podía creer lo que estaba viendo. Se quedó mirándolos a través de las ventanillas, sin saber que hacer. Cayó, de rodillas. Después, dejó caer el cuerpo, inerte, al suelo. Y se quedó allí, esperando. De pronto, de la nada, se escuchó una voz, diciendo:

- ¡Corten! Toma buena.

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sábado, 20 de agosto de 2011

Regreso a la tierra de Oz! *o*

Otra gran fecha que recordar, el 19 de Agosto de 2011, en donde volví al mundo de Oz.
Mi acompañante, esta vez, fue Ana "Banana", y bien sé que no hubiera habido nadie mejor para que ocupara su lugar en esta noche, ya que le debo muchas cosas.

La tarde algo pesada. Llegamos, vamos al escenario a coger sitio y a esperar, a esperar cinco horas y media. Cabe destacar, que Ana era de las pocas que llevaban una camiseta que no era de color negro, así que en cuanto pudo, se compro una camiseta de tirantes de Mägo. Durante la preparación del escenario, lo que más nos llamo la atención, fue cuando el hijo de Kiskilla se puso al frente de la batería y empezó a tocarla. Y nada mal la verdad, quién sabe, alomejor sustituye a Txus dentro de unos años. El resto de la espera fue pasando lentamente. Pero por cada segundo aburrido que pasaba, era uno menos para que salieran al escenario.

Cuando pasaba una media hora de las doce, se apagaron las luces y empezó a sonar "Madre Tierra". El momento había llegado, la actuación empezaba ya, ellos estaban preparados, pero... ¿lo estábamos nosotros? Cuando estaba a punto de terminar la introducción, Txus salió a la batería, pidiendo al público que animase. Después vinieron canciones como: "Gaia", "Vodka 'n' roll", "Hazme un sitio entre tu piel", "El atrapasueños", "Aquelarre", "Que el viento sople a tu favor", "Sueños diabólicos", "Desde mi cielo", "Alma", "Puedes contar conmigo", "La costa del silencio", "La posada de los muertos", "La rosa de los vientos", "Fiesta pagana", "Molinos de viento" y para cerrar, la mítica "Somewhere over the rainbow".

- ¿Momentos a destacar?
- Claro que los hay, pocos pero emocionantes.

Creo recordar que fue después de "Vodka 'n' roll" cuando Carlitos lanzó una púa a nuestra parte, y de pronto vi como Ana se agachaba a por algo, se levantaba con una sonrisa en la boca, me la enseñaba y me la daba. Ni siquiera puedo expresar la alegría que sentí en aquel momento, solo sé que lo experimenté gracias a ella, gracias a la chica que había avisado 20 minutos antes de irme que si se quería venir. Gracias Ana. Gracias a ti, ya podía seguir disfrutando del concierto sin tener que preocuparme por ese objetivo. Por suerte, tú bondad fue recompensada, y momentos después, llegó a tus manos una púa de Frank.

También recuerdo, que a mitad de concierto, las luces del escenario no funcionaban y tuvieron que ausentarse unos minutos, hasta que las arreglaran.

Y, como no, unos de los momentos que más recuerdo de la noche. Cuando acabó el concierto de Sagunto, se me ocurrió la brillante idea de hacer un montaje con los miembros de Mägo de Oz con un fondo especial, un fondo que hace referencia a su nombre. Conseguí ponerlos sobre las baldosas amarillas que llevan a Ciudad Esmeralda. Dos días antes de este concierto, lo retoqué un poco para que se viera más grande y mejor, y lo imprimí. Durante la actuación, lo intenté un par de veces, pero sin éxito. Y en una oportunidad que José había terminado de hablar, empecé a chillar su nombre, con el póster levantado, y, una vez más, Ana me ayudó.
- ¡¡¡JOSÉ!!!
- ¿¡QUÉ!?
Sí, sorprendente. Cuando consiguió llamar su atención, vio la pancarta desde lejos, y se acercó para verla mejor. Cuando me pidió que se la diese, no sabía como hacérsela llegar, así que se la di a Ana, saltó la valla y fue hacía José. Una vez más en esa noche, no cabía de emoción. Estaba tan ilusionado que se me olvido grabar el momento. El caso es que Ana le dio el póster en la mano, como si de un conocido se tratase, y Jose le envió un beso. Después de verlo un momento, se lo paso a Txus, y este lo miró un buen rato, y su boca dibujo una sonrisa. Es un momento que espero que nunca salga de mi memoria.

Un momento gracioso fue cuando Moha se puso al lado de Carlitos, y sin que este se diera cuenta, le robo un par de púas del micrófono.

Más cosas. Entre las canciones de "La rosa de los vientos" y "Fiesta pagana", salió al escenario el hijo de Kiskilla con una guitarra a su medida. De pronto, se puso a tocarla, y sonaba un solo fascinante. En realidad era Carlitos quién tocaba, el niño solo interpretaba. Pero lo hacía genial, y se quedo con el público.

Lo último. Como ya va siendo costumbre, después del concierto, toca quedarse unos minutos por fuera del backstage por si cae algo, ya sea una firma, una foto con algún integrante de la banda... lo que sea. Pero yo iba dispuesto a hablar con alguno, y pedirle una foto con todos y con el póster. Y una vez más, ahí estaba Ana, soportando la situación. Estuvimos algo así como 40 minutos rondando, y solo conseguimos hablar con Moha. Se fue a buscar el póster para hacerse la foto, pero volvió diciendo que nadie sabía por donde estaba, y que lo sentía mucho. Creo que pudo leer en mis ojos la tristeza. Cuando ya estábamos alejándonos, una chica nos llamó, diciendo que fuéramos. Llegamos, y ahí estaba Moha, diciendo que lo habían encontrado, y así era, lo tenía en la mano. Para entrar, cogí la primera valla que encontré, y la abrí con tal fuerza, que me cargué las tres bridas que la sujetaban. Me hice la foto y le agradecí mil veces el esfuerzo que había hecho por encontrarlo. Por eso sé que el póster no anda perdido, y que cuando nos fuimos, Moha lo tenía en las manos. Gracias tío, por el recuerdo que me dejaste de esa noche.

Ahora me da igual irme a dormir, ya que sé que lo que aparezca en mis sueños, será una mínima parte de lo que he podido vivir esta noche.

Tras mucho tiempo recorriendo las baldosas amarillas, llegue al mundo de Oz. Muchas gracias Mägo por hacerme vivir un sueño.

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viernes, 12 de agosto de 2011

1ª Rolling Rally!


Eran las 20:45, cuando me decidí a entrar al facebook a curiosear, cuando de pronto vi en los eventos, creyendo que ya se había hecho por la tarde, que todavía faltaba una hora y cuarenta y cinco minutos para que se hiciera. Pues nada, me pongo los patines y en marcha. Llego, ceno, caliento un poco, la típica rutina de las noches estrelladas a patines.

Llegó la hora, y el organizador nos explicó a los participantes lo que teníamos que hacer y las normas, mientras nos repartía los mapas, que estaban impresos en una tira de papel diminuta, junto a los nombres de donde estaba cada punto. Nos explicaron todos y cada uno de los puntos, donde estaban, y también que las tiras de papel estaban por esa zona, que teníamos que buscarlas. Nos dejaron algo así como cinco minutos para que asimiláramos los puntos y decidir la ruta, y comenzaba la competición.

Subimos todos en manada por las escaleras, y la gran mayoría opto por ir primero a "The crazy house", Trujillo y Manel al "minigolf" de al lado del Gulliver y yo a la "isleta del opencor de viveros". Cuando estaba en camino, algo me cambio de rumbo, y acabé cogiendo el de la "fuente de la Avenida de Aragón", que le tuve que dar una vuelta para encontrarlo. Fui al palau, lo entregué, y rumbo al del "minigolf", que también, tras dar un vuelta, lo vi situado en la cara oculta de una figura. Otra vez, de vuelta al palau, dado, y al "Mercado de Colón", ya que no sabía muy bien dónde estaba y quería quitármelo de en medio. Tras preguntarle a 3 personas, conseguí llegar, pero no había forma de encontrarlo. Di 2 vueltas y nada, ni rastro. Suerte que estaba por allí un grupo de patinadores, que gracias a su ayuda, conseguí la papeleta, y salir escopeteado al palau. Una vez entregada, fui a la "Subida del rio al aqua", que ahí, a mitad de camino, ya creía que no la encontraba. Miré el mapa y continué. Cuando vi a Luis, ya me calmé, y ahí estaba, en una farola. Papeleta arrancada y de vuelta al palau. Llevamos 4, y ahora tocaba uno de los que me jodían, por qué era como estar volviendo a casa, la "isleta del opencor de viveros". El trayecto bien, y sobre la mitad apareció Saul, por delante mía, y estuve siguiéndole, hasta que llegamos al destino, y se sumo otro patinador a la vuelta. 5 papeletas y al Mestalla, al "Monumento a la Afición".
No sabía exactamente donde estaba, pero suponía que si daba una vuelta al estadio, lo vería. Llegue, y solo tuve que pasar una cara del estadio para ver la estatua, así que a buscar. Cuando estaba a punto de completar la primera vuelta, las vi, ocultas tras los arbustos. Vuelta al palau, faltaba una, la que todos habían hecho al principio, "The Crazy House". Escogí una ruta diferente a la que hacía siempre, y descubrí una manera más rápida de llegar, encontré la papeleta al instante y regresé al palau. Pero para cuando llegue, ya habían terminado 4, así que se acabo, pero quería hacer el extra, así que fue al puente del mar, la cogí y regresé.

Fue una noche fantástica en la que pude poner a prueba mi resistencia y mi pierna, y fue mejor de lo que me esperaba.

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miércoles, 10 de agosto de 2011

Idas de olla! (2ª parte)

Era sábado por la noche, y me disponía a ver una película de terror llamada: los teletubbies en la ciudad. Me la habían recomendado las pulgas que vivían en el cuerpo de mi amigo el Yeti la noche anterior. Fui a coger el mando de la televisión para encenderla, pero torpe de mi, se me calló al suelo. Cuando iba a recogerlo, de pronto, el suelo se resquebrajo, se hizo un pequeño agujero, del que salió rápidamente el brazo de una persona, que me agarró con fuerza de la muñeca. Pude distinguir que era el brazo de aquella chica que asesinaron hacía 2 años saludándole en mi portal con un centollo, ya que en vez de dedo índice, tenía un puro. El caso, es que tiro fuertemente de mi, arrastrándome dentro del agujero a una velocidad vertiginosa. En el largo o corto tiempo en el que me arrastraba, la verdad es que no lo sé ya que no llevaba reloj, me pasaron miles de recuerdos por la cabeza: cuando me caí por un barranco al golpearme con un tubo amarillo de aspiradora, cuando... o.O se me ha pasado el efecto del crack y no puedo seguir escribiendo. Mañana contactare con mi dromedario para que me pase más e intentaré acabarlo :D

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sábado, 6 de agosto de 2011

Idas de olla! (1ª parte)

Estaba tumbada en la cama, haciendo un experimento químico, cuando de pronto, en el ordenador, ha saltado la ventana de conversación del tuenti. He visto que eras tú, y cuando me he levantado y estaba yendo al ordenador para responderte, de pronto, se ha abierto un bucle espacial en medio de mi habitación, y he aparecido en el espacio exterior, dentro de una nave con unas siluetas un tanto raras. Cuando por fin, al rato, la visión se ha acostumbrado a la exposición de las luces, he podido comprobar que esas sombras no eran otra cosa que extraterrestres. Entre otras cosas, me decían que iban a entrar en mi planeta para dominar a toda la raza humana. Claro está que no podía dejar que pasara, así que, metí la mano en mis bolsillos, y allí estaba, lo que tantas veces me había salvado la vida cuando hace viento: mi horquilla. Sin pensármelo dos veces, he saltado de la colchoneta hinchable, y horquilla en mano he empezado a matarlos a todos, sin compasión. Al terminar la matanza, me he dado cuenta de que también había acabado con el piloto, así que agarré los mandos y traté de manejar la nave lo mejor posible. Conseguí llegar a la tierra, y hacer un aterrizaje de emergencia, destruyendo el ambulatorio de debajo de mi casa. Magullada, he salido de la nave, y he entrado en mi urbanización. El portero, al verme, iba a decirme algo, pero le he sacado el dedo de en medio y se ha volatilizado. He subido corriendo las escaleras, le he pegado una patada a la puerta para abrirla, dado que las llaves se las había comido un murciélago, he entrado en mi cuarto, y te he respondido. Por eso he tardado tanto. Lo siento.

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miércoles, 3 de agosto de 2011

Patinadas por Barcelona

Ya hemos vuelto. Ha sido un viaje increíble, y más duro de lo que esperábamos. Pero, rebobinemos hasta el Lunes.

Lo más razonable hubiera sido dormir toda la tarde-noche del domingo y la madrugada del Lunes, pero con las ganas que tenía de subir al tren junto a los nervios, no pude hacerlo, con lo que a las 3 de la mañana aún andaba despierto por casa. Conseguí dormir algo así como una hora, con lo que sobre las 5 ya estaba otra vez rondando por la casa. Empecé a meter todo en la mochila, y no sé como, pero conseguí que cerrará.
Cuando ya estaba todo preparado, subimos al coche, y fuimos hacía la estación de Joaquín Sorolla.

Al llegar, ya estaban Dani y Jose, y al rato llegó Jaime. Estando ya todos, nos metimos dentro, pasamos la zona de rayos X, y a embarcar. Aunque estábamos situados en distintos vagones, optamos por ocupar una zona para 4 personas, y si en algún momento alguien iba ahí, separarnos. De película, nos pusieron una española, "Una hora más en Canarias", y no era cuestión de verla, así que charlamos, escuchamos música... lo normal en un viaje. Conseguimos llegar sin ningún problema hasta Castellón, pero ahí ya, nos tocó irnos cada uno a su asiento, con lo que el tirar de Ipod fue fundamental.

Sobre las 09:40 el tren ya había completado el trayecto y ya estábamos en Barcelona. Salimos de la estación, y nos paramos en una especie de plaza para llamar a la hermana de Jaime para saber hacía dónde teníamos que ir. Cuando ya lo teníamos claro, nos pusimos los patines, y en camino. En nuestro pequeño recorrido, pudimos comprobar que los carriles bici eran una pasada, ya que estaban por la carretera, junto a los coches, y tampoco vimos mucho más, lo único así que mencionar, el graffiti que había en una fachada.

Llegamos casi a nuestro destino, nos quitamos los patines, y a andar unos 5 minutos. Ya estábamos en la casa de la hermana de Jaime, donde nos invito a subir y a desayunar. Tras estar un rato, y jugar con el gato, nos acompañó a lo que sería nuestro piso temporal. La casa estaba en el centro de Barcelona, a 1 calle del ayuntamiento. Lo que más nos sorprendió fueron las escaleras, que apoyabas el pie y te ibas para atrás. También las puertas, que nos sacaban como cuatro cabezas. Entramos a lo que sería nuestra habitación, dejamos las cosas que sabíamos que no nos harían falta, y a bajar las malditas escaleras. Una vez abajo, nos pusimos los patines, y fuimos hacía el puerto.

Al llegar al puerto, teníamos a la derecha la torre de Colón, y la izquiera kilómetros de puerto y playa por recorrer. Pero lo primero era lo primero, ir a la derecha para conseguir un mapa en el puesto de información. Cuando lo pedí, me quede de piedra, costaba un euro, no es que sea una cantidad desproporcionada, pero cuando hacía 2 años nos habían dado tres o cuatro gratis, me parecía raro. Después de esto, volvimos por donde habíamos ido y seguimos tirando por todo el puerto. Llegó un momento en el que se convirtió en playa, y el suelo seguía siendo genial. Seguimos patinando, y no sé por qué empezamos a seguir a un patinador, para ver si nos llevaba a alguna parte. Al rato, llegamos a un sitio donde el suelo estaba de puta madre, además de estar las marcas de los conos en el suelo. Sin habernos dado cuenta, el patinador anónimo nos guió hasta un spot de slalom. Pusimos los conos, y nos asentamos.

Estuvimos unas 2 horas ahí. Practicamos, no solo slalom, también derrapes y frenadas; comimos; seguimos patinando... y todo esto con todo el sol dándonos su calor. Cuando ya estábamos algo cansados de ese sitio, recogimos los conos y seguimos el camino. Nada más salir del spot, llegamos a una fuente, que pensábamos que iba a estar muy caliente, pero nos equivocamos, el agua estaba helada. Fue ahí cuando la nominamos "agua mágica". A los 20 minutos o así, llegamos a una bajada, y como no, nos tiramos por ella, y llegamos a un suelo que estaba de puta madre, con sombra y con los puntos marcados. Sí, estábamos en el Fòrum, otro spot de slalom, y por lo que veíamos, mil veces mejor. Nos quedamos otro buen rato. Descansamos, planificamos ruta, seguimos practicando... de todo un poco.

Acabamos yendo por la diagonal, que por cierto tenía un carril en medio para peatones, con un suelo exquisito, para parar en la sagrada familia. En el trayecto vimos la torre agbar "El pollón" y a Jose casi lo atropellan cruzando. Podemos decir que el suelo que rodea la sagrada familia es una auténtica mierda para patinar, de el peor suelo de Barcelona, suponíamos que por ser la parte antigua. La vimos un rato, y nos fuimos de camino al piso.

Llegamos, nos quitamos los patines, y subimos las infernales escaleras. Entramos en nuestros aposentos, y nos fuimos duchando. A mí me toca el segundo, y he de decir que lo pase realmente mal a la hora de secarme, ya que no había llevado toalla. Así que me toco agarrar el pantalón limpio, y secarme con él. Todo un espectáculo. Cuando ya estábamos todos limpios y vestidos, salimos a la calle para andar un poco, buscar cena y conocer el entorno a la finca. Conseguimos llegar hasta la plaza de Catalunya, lugar al que teníamos que ir el día siguiente, pero ya que estábamos ahí, teníamos que entrar. El Hard Rock de Barcelona. La verdad, es que no hay nada como verlo en Halloween, pero no me quejo. Lo único que no me gusto fue la tienda, que tenía muy pocas cosas, y me toco comprar la camiseta típica, pero no me quejo. Luego seguimos por la Rambla, y Jaime y yo nos compramos un Kebab para cenar, y luego al piso otra vez.

Cuando ya habíamos acabado de cenar, y no teníamos nada mejor que hacer, nos asomamos al balcón y empezamos a llamar a las personas que pasaban, para ver si se giraban. Sobre las 23.00, bajamos otra vez para ir a un pub irlandés que Dani había visto, para tomarnos algo, echar un billar, y como no, alegrarnos la vista, con la noche de fiesta de Barcelona. Al terminar, volvimos a subir al piso, y decidimos, aunque nos costó un rato, salir a patinar, ya que, ese era uno de los motivos del viaje, hacerlo por la noche. Dejamos todo, nos pusimos los calcetines, cogimos los patines y bajamos. Al llegar abajo, Jaime se dio cuenta de que los sucios seguían dentro de sus patines, así que los dejo en un hueco de la pared, y a la vuelta los cogería. Salimos a la calle, y volvimos a ir al puerto, a hacer algo de la ruta de la mañana. Sobre las 3 de la mañana volvimos a casa, nos sentamos en las escaleras de abajo, Jaime cogió sus calcetines, nos quitamos los patines y las camisetas, y subimos las malditas escaleras, que ahora más que nunca, eran peor. Pusimos los sacos orientados hacía la ventana, y a dormir. Decir que yo no tenía nada, con lo que dormí en el suelo y con la mochila llena de ropa de almohada. También que a esas horas, estábamos muertos de calor, y parecía que sería así toda la noche. Pero de eso nada. Sobre las 5 de la mañana ya se notaba el frío, y Jaime y yo optamos por cambiarnos a la habitación contigua, para poder dormir a gusto las horas que nos faltaban.

A las 11.00 ya estábamos todos más o menos de pie, y decidimos ir a Carrefour para comprar todo lo necesario para el resto del día. Subimos al piso, cogimos lo imprescindible, los patines los dejamos, y fuimos a andar un poco. Jose se fue a comer con unos amigos, y nosotros al Arco del triunfo. Llegamos y comimos, y matamos un poco por allí el tiempo. Luego llego Jose, que primero se había perdido y no sabía como llegar, y nos fuimos al parque de la Ciutadella, para ver la fuente que a mi me había enamorado hacía dos años. La vimos, y nos tocó volver al piso. Subimos, ordenamos todo un poco, y salimos a dar nuestra última vuelta. A la hora, volvimos, recogimos nuestras cosas, y dejamos el piso. Bajamos las escaleras por última vez. Fuimos a la parada de metro más cercana, y de vuelta a la estación. Salimos del metro, entramos, y esperamos hasta que pudimos embarcar en el tren. Mencionar, que cuando esperábamos a que llegara, vimos pasar un tren de dos pisos. Barcelona is different. Llegó nuestro tren, y esta vez, cada uno se sentó donde le tocaba, y si eso ya nos juntaríamos después. Nos pusieron la película "Sígueme el rollo", de Adam Sandler, pero no pasaron ni 3 minutos, y la cambiaron por "No controles", otra película española que NO iba a ver. Así que, a tirar de Ipod.

Cuando ya estábamos por Castellón, nos juntamos Dani, Jose y yo, para concluir el viaje. Llegamos a la estación, grabamos el vídeo de despedida, y nuestros caminos se separaron.

¿Habrá próxima? Eso no se sabe, lo único claro, es que si la hay, será mejor.

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